lunes, 5 de agosto de 2013

La necesidad de variedad

Como vimos en el post anterior, necesitamos lo predecible, lo estable, el orden. Pero esta necesidad se enferma, se hipertrofia, si no tenemos en cuenta otra que le es proporcional en sentido inverso: la necesidad de variedad. 

Es esa voz interior que nos impulsa a buscar la novedad, a estar inconformes con lo establecido, a buscar nuevas rutas, a crearlas si es posible. Es una cierta necesidad de lo impredecible que le hace justicia a la realidad ya que hay muchísimas cosas que no podemos controlar, ni medir, ni predecir en base a un orden conocido. Es también necesidad de ocio, de descanso libre, de espacio para pensar, soñar, inventar, fantasear incluso. Su alimento sano es la creatividad en todos los sentidos posibles: la solución novedosa para un problema viejo en la empresa, la producción de algo artístico, la nueva mirada que a veces se tiene de un paisaje conocido, la práctica de algún deporte, un paseo familiar, una buena conversación sin fin utilitario alguno. 

El satisfactor tóxico (O "fast food" a decir de Luis Huete) que deforma u enferma la necesidad de variedad es la diversión como fuga que cuando se hace hábito genera la frivolidad, la ligereza y la insensibilidad para con la realidad humana. La distinción está en los frutos, la diversión como fuga deja a la persona un poco cansada y triste, con una sensación de no haber aprendido nada nuevo, ni conocido realmente a nadie. La creatividad en cambio renueva las ganas de seguir avanzando, creando y creciendo. 

En el primer caso se produce una intoxicación de la necesidad que genera adicción a la fuga, la personalidad se va empobreciendo y haciéndose cada vez más dependiente de la adrenalina o la dopamina producidas por la satisfacción inmediata. Cuando esto ocurre en la vida empresarial, se resienten las relaciones entre los miembros de la empresa porque cada uno busca su propia satisfacción, o para ser más exacto, la satisfacción de sus pasiones, sin importarle el resto, se van haciendo ciegos para la felicidad y terminan por no crear nada fructífero. 

En el segundo caso en cambio, se genera una fuerte motivación, se experimenta la libertad de crear y producir respuestas a las necesidades de las personas, no se busca el descanso tanto como compartir lo que se aprende, se genera una confianza que alegra y mueve a la generosidad. 

Como en la necesidad de seguridad, la satisfacción sana de la necesidad de variedad no ocurre si se pierde de vista la gran necesidad de felicidad y si no se modera con la misma necesidad de seguridad en una armonía muy motivadora entre responsabilidad y buen humor, entre seriedad y ligereza, entre orden y creatividad. 

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