martes, 23 de julio de 2013

El mito del empresario sin alma

Cuando alguien dice que algo es un mito suele querer expresar básicamente que se trata de una mentira. Y no es verdad. Desde sus orígenes los mitos han sido más bien expresión de una verdad, de una verdad que no puede reducirse a una explicación clara y distinta (cosa muy aburrida por cierto) de la realidad. Podríamos decir que el mito intenta expresar una verdad de sabiduría que no se puede aplicar sin más a tal o cual persona y, si se aplica, no contiene nunca a toda la persona ni siempre. No profundizaré en los orígenes de los grandes mitos de la humanidad, intento ser modesto, me dedicaré sólo a uno muy difundido que es el que le da título a este post: el mito del empresario sin alma. 

Una primera afirmación es necesaria: el empresario sin alma no existe. Todos los empresarios tienen una. Puede ser negra, deforme o un alma grande y bella, pero alma tienen porque sin inteligencia ni voluntad no serían empresarios porque no serían humanos. Lo que sí existe es el empresario al que no le interesa ni su alma ni la del prójimo. Así como existe también el empresario que es un alma de Dios. Yo he visto varios de estos últimos. Al final un empresario al que llamamos desalmado es en realidad un mal hombre que lamentablemente tiene poder, ciertamente una pésima combinación, como un mono con una pistola. El desafío que se nos presenta es el de ser realmente justos para juzgar, cosa bastante difícil.

Una segunda afirmación es que cuando el mito se subordina a intereses ideológicos se convierte en prejuicio que de tanto repetirse se asume como verdad a ciegas, lo que es una contradicción en términos. Uno de los problemas que veo es que este prejuicio del empresario sin alma surge de una vieja idea anarquista: el orden estaría fundado sobre una injusticia primigenia y todo el bien, valor, idea o esperanza que pueda venir del orden, en este caso de la empresa, es básicamente una anestesia para que la gente no se rebele contra la injusticia. 

Dicho esto hay que decir que el mito del empresario sin alma contiene un profunda verdad, vieja como todas las profundas verdades. La formularé así: el empresario corre un peligro grande de olvidarse de su alma. Y el peligro está en la ocasión, no en la causa ni en la finalidad. Hay que ser muy fino de alma para no confundir la finalidad de la empresa con la rentabilidad, ni la causa con la avaricia. La causa de toda empresa que valga la pena es la necesidad de crecer como personas y la finalidad es contribuir con el bien común.  

1 comentario:

  1. José felicito tu iniciativa de iniciar otro blog tratando un poco lo de el mundo empresarial, en especial en AQP que tanto necesita refrescarse y sacudirse de prácticas empresariales arcaicas que aún dominan el entorno.

    Bueno y al final como todo, o casi todo, y en mi modesta opinión, mucho tiene que ver el factor cultural, lo aprendido, muchas veces por generaciones o por simplemente usar lo que funciona o ha venido funcionando.

    Todo esto se me hizo mas evidente al regresar a mi ciudad después de mas de una década de residir fuera, donde tuve la suerte de trabajar en distintas empresas donde forje gran parte de mi ética empresarial. Al poco tiempo de regresar y habiendo estado obviamente algo desconectado de antiguas amistades, AKA: "contactos", tuve unas cuantas experiencias laborales en la ciudad que me hicieron jurarme a mi mismo que nunca volvería a trabajar para nadie más mientras resida por estos lares. Experiencias que al final fueron bastante educativas y que propiciaron que me embarque en mi propia aventura comercial.

    Bueno me sería muy fácil escribir y escribir al respecto, desde que material hay y bastante,(lo que no hay es el tan preciado tiempo) Pero me gustaría hablar sobre un punto o actitud en específico que la resumo en esta frase: "Yo velo por la mía y punto." esta actitud que pareciera regir la vida de muchos, que se expresa y distingue en lo mas cotidiano, desde la forma de hacer negocios hasta en la forma de caminar, manejar y hasta de hablar e interactuar con el resto. PRIMERO YO, SEGUNDO YO, Y QUIZÁS TERCERO TU, QUIZÁS... (aún sabiendo que ese "TU" es también tu cliente interno o externo).

    Esa actitud egoísta, casi colonialista en algunos casos, una relación amo - sirviente... esa actitud casi de pensar algo como que: "Dios quiso que yo estuviera arriba y que el resto esté abajo para que me sirvan" los que conocen la realidad empresarial de AQP, donde también existe esta actitud de egoísmo, de mantener a los de arriba, arriba y a los de abajo, abajo. Donde literalmente un puñado de familias(o dos) manejan esta cuasi Argolla empresarial dentro de la cual se producen no sólo la mayoría de interacciones sociales pero donde también ocurren la mayoría de ascensos, contrataciones y promociones con la finalidad de alguna manera poder tener siempre la "sartén por el mango".

    En fin lejos de querer "quejarme" al respecto, sólo pretendo evidenciar parte de nuestra realidad donde muchos que estando en una posición privilegiada y debiendo ser ejemplo no lo son... o son ejemplo pero de egoísmo, codicia y avaricia. Los tiempos cambian y explotar a terceros ya no suele ser tan rentable como antes en especial en una economía en constante crecimiento como la nuestra, mas competitiva y con mas oportunidades... Sucede que invertir, sí, GASTANDO, en capacitación o en una mejor remuneración para tus trabajadores, al final, puede también traducirse en una mayor rentabilidad... En fin no existe solución inmediata para esto pero por lo menos pienso que es bueno hablar sobre el tema y crear algo de debate y quizás identificando estas situaciones primero, podamos luego trabajar para cambiar en algo estas realidades. Saludos

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